La textilería actual es heredera de una larga tradición prehispánica desarrollada a los largo de todo el país, entre los que destacan los mantos Paracas y los tejidos Inca y Wari ayacuchano. Los textiles más antiguos, encontrados en Huaca Prieta – Chicama, datan de hace unos 4,000 años. Los materiales –que se siguen utilizando en la actualidad- son preferentemente el algodón marrón y el blanco, las fibras de vicuña, alpaca y llama. Otros materiales utilizados eventualmente pueden ser los cabellos humanos y los pelos de murciélago, y, más frecuentemente, los hilos de oro y plata. Además, todavía se mantiene el uso de algunos tintes naturales que se combinan con la anilina y otros tintes industriales, y el telar vertical y el telar a pedales continúan siendo las herramientas con que se tejen la mayoría de mantas y telas.
Los departamentos donde el tejido tiene mayor vigencia son Ayacucho, Puno, Cusco, Junín, Apurimac y Lima. En cuanto a la decoración cusqueña es frecuente encontrar elementos como la tika, que representa a la flor de papa, y el sojta, un diseño geométrico que simboliza el ciclo del sembrío. Existe aquí, una rica variedad de chullos (gorros con orejeras) de mostacillas, bolsas coqueras de lana, mantas con motivos geométricos, fajas y chumpis tejidos por metros, como los que se venden en el mercado de Sicuani, o el mercado dominical de Pisac. Otro centro de producción textil es Ayacucho, región en la que en décadas recientes se ha popularizado la elaboración de tapices de trama y de urdimbre con motivos abstractos.
Es una artesanía de origen contemporáneo, traída de Chile en la década del 70.
Se trata de de telas sobre las cuales se realizan aplicaciones de figuras previamente elaboradas, en las que se representa temas tanto testimoniales como costumbristas. Las representaciones de personajes, animales y plantas cosidas a la tela matriz, le dan un llamativo efecto tridimensional al conjunto.
La arpillería fue integrada rápidamente a la labor artesanal de sectores femeninos –sobre todo migrantes de la sierra- ubicados en barrios periféricos de Lima, como Pamplona Alta, donde encontraron en este género una forma afín para expresarse artísticamente. Esta artesanía cuya práctica está muy difundida en el Perú, ha tenido un importante desarrollo en zonas como el Cusco, donde se ha incorporado elementos decorativos tradicionales como los muñecos y los textiles incas.
BORDADOS
Son famosos los bordados de Chiqnaya, Puno en grandes y pequeños mantos tejidos con lana de oveja y algodón y que representan escenas vinculadas a la siembra, la cosecha y las fiestas. También son muy conocidos los bordados de Chivay, en el valle del Colca, Arequipa, adornados con cintas de agua, grecas y pespuntes.
En Huancayo, Junín, durante la feria dominical se ofertan faldas bordadas en su totalidad llamadas "centros" debido a que se usan debajo de la falda de un solo color.
HILADOS DE ALGODÓN
La confección de hilados aprovecha el color natural del algodón pardo y los sugerentes y sobrios tonos de los tintes naturales, aunque ahora esta variedad nativa enfrenta seria competencia del algodón industrial, sobre todo en las zonas artesanales de Monsefú (Lambayeque) y Cajamarca.
La tradición del hilado se remonta a los inicios de la civilización andina y su producción artesanal persiste fundamentalmente en algunos pueblos de la costa y en las áreas altas de la sierra.
En la selva se elaboran prendas de vestir y mantas, de hilo muy fino y plano, sobre las cuales los nativos Shipibos de Pucallpa realizan decoraciones y dibujos de líneas geométricas inspirados en las visiones producidas por sus plantas sagradas.
TAPICES
En el caso de los elaborados en el barrio ayacuchano de Santa Ana, los tapices siguen presentando diseños geométricos prehispánicos a los que se le ha añadido efectos modernos de perspectiva óptica.
Otro lugar donde se puede encontrar hermosos tapices es San Pedro de Cajas en la región de Junín, cuyos comuneros siguen usando tintes naturales extraídos de la cochinilla y de algunas plantas.
TEJIDOS DE PUNTO
Los hallazgos de chullos, bonetes, fajas tubulares, muñecos y varias otras piezas provenientes especialmente de las culturas prehispánicas de la costa (Paracas, Nasca, Chancay y Mochica), demuestran una práctica antigua del tejido de punto. Esta técnica que consiste en la elaboración de piezas –esencialmente prendas de vestir- mediante el simple cruce de un lazo a través de otro, permite, sin embargo, desarrollar motivos en alto y bajo relieve. Hoy, constituyen una floreciente actividad económica en Puno, Cusco, Arequipa y Lima.
Puno es el mejor productor de chullos y chompas en lana de vicuña, alpaca y lana de oveja. En esta región la elaboración de calcetines, calcetas largas y chullos de alpaca está a cargo de tejedores hombres.
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